Llegadas irregulares en los primeros siete meses de 2024: crece la presión migratoria en Canarias y cambia el panorama en otras rutas.
En los primeros siete meses de 2024, se ha registrado un incremento notable en las llegadas irregulares a España, reflejando las dinámicas cambiantes de la migración hacia Europa. Este fenómeno, impulsado por diversos factores como la pobreza, la inestabilidad política, los conflictos armados y las catástrofes naturales, ha sido particularmente intenso en la ruta hacia las Islas Canarias, consolidada como la principal vía de entrada al país. Según los datos del Ministerio del Interior, un 73,9% de las llegadas irregulares se concentraron en esta ruta, lo que ha generado una creciente presión migratoria sobre las islas.
En el periodo, un total de 21.470 personas llegaron a las costas canarias, lo que supone un incremento del 152,4% en comparación con las 8.508 llegadas del mismo periodo de 2023. Esta ruta es utilizada principalmente por migrantes de países de África Occidental, que huyen de condiciones de pobreza extrema, falta de oportunidades laborales, y en algunos casos, persecución por conflictos armados o por motivos relacionados con su identidad de género u orientación sexual. Aunque el ritmo de llegadas ha disminuido desde marzo, la presión sobre las islas continúa siendo considerable.
Por otro lado, la ruta hacia la Península y Baleares, que representa el 21,2% de las llegadas, experimentó un descenso del 11,6%, con 6.151 personas llegando en 2024 frente a las 6.962 del año anterior. Esta vía es principalmente utilizada por migrantes procedentes del Magreb, especialmente de Marruecos y Argelia, quienes buscan escapar de la represión y mejorar sus condiciones de vida. Estos migrantes suelen ser jóvenes en búsqueda de estabilidad económica y mejores oportunidades.
Las rutas hacia Ceuta y Melilla por vía marítima, en cambio, han mostrado una disminución drástica. En Ceuta, el número de llegadas se redujo en un 60,6%, pasando de 33 personas en 2023 a solo 13 en 2024. Melilla ha registrado un descenso aún más pronunciado, con una caída del 94%, con solo 6 llegadas en 2024. La mayoría de los migrantes que llegan a estas ciudades son marroquíes y argelinos, con un perfil similar al de quienes llegan a la Península y Baleares: jóvenes varones que buscan mejorar su calidad de vida y conseguir empleo en Europa.
Sin embargo, en contraste con la disminución en las llegadas marítimas, Ceuta ha registrado un aumento significativo en las llegadas por vía terrestre. En los primeros siete meses de 2024, 1.354 personas cruzaron a Ceuta por tierra, lo que supone un aumento del 165,5% en comparación con las 510 personas que lo hicieron en 2023. La mayoría de estos migrantes son jóvenes de origen marroquí y subsahariano que, después de pasar largos periodos en Marruecos, tratan de cruzar la frontera en busca de una vida mejor. Melilla, por su parte, ha experimentado una disminución del 39,3% en las llegadas terrestres, con solo 37 personas entrando a través de esta vía en 2024, frente a las 61 de 2023. A pesar de la disminución, los perfiles de los migrantes que utilizan esta ruta son similares a los de Ceuta.
Frente a este panorama, organizaciones como Accem han subrayado la necesidad de abrir rutas legales y seguras para gestionar de manera más efectiva los flujos migratorios y garantizar los derechos humanos de los migrantes. La creación de vías legales no solo ayudaría a reducir la presión sobre las fronteras y evitar el uso de rutas peligrosas controladas por redes de tráfico de personas, sino que también proporcionaría una alternativa viable para aquellos que buscan asilo o protección internacional. Entre las medidas propuestas se incluyen la facilitación de visados humanitarios, la ampliación de los programas de reasentamiento y un mayor involucramiento de las embajadas y consulados en el extranjero en la tramitación de solicitudes de protección internacional.
Estas acciones no solo permitirían una gestión más ordenada y humana de los flujos migratorios, sino que también contribuirían a salvaguardar la seguridad de las personas migrantes, muchas de las cuales se ven obligadas a arriesgar sus vidas en travesías peligrosas para alcanzar suelo europeo. Además, al ofrecer alternativas seguras y legales, se podría reducir la presión sobre las fronteras españolas y fomentar una respuesta más solidaria y respetuosa con los derechos humanos.
Beatriz Cubillo Berbel
30 de septiembre de 2024